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Ese sueño llamado amor | | Natividad Castejón Valero. 23.04.19 | |  Todos tenemos en mente ese ideal de pareja que quisiéramos tener a nuestro lado. Ese ser especial que nos llene de alegría y nos complemente en todos los aspectos importantes de la vida. Que nos anime a hacer aquello que más nos cuesta desde el cariño y la ternura... Pero luego la realidad es otra. O bien la persona que tenemos a nuestro lado difiere por completo de nuestro ideal, o sólo se ajusta en un porcentaje mínimo. Con suerte llegamos a un 50% de lo que soñábamos. Yo, por ejemplo, imaginaba a mi hombre ideal con una serie de características que hacían que se tratara más de un encargo a medida, que de un especimen real. Tantas cualidades no pueden darse en un sólo indivíduo... y de existir, seguro que no está disponible... Evidentemente, la persona que encontré contaba con muchas de las "exigencias" que para mí eran primordiales, pero imposible que fueran todas. | Luego, con el tiempo, aprendes a AMAR a esa persona que elegiste, porque si bien no es exactamente aquello que en su momento le pediste a los Reyes Magos, sí que tiene muchas de las cualidades realmente importantes para ti.
Sopesas los pros y los contras, y acabas admitiendo que tiene muchos más pros que contras.
Pero los contras, existen. Y al cabo de un tiempo empiezan a pesar. Y aquello que al principio parecía "sobrellevable", se transforma en algo que ya no pasa por nuestro filtro.
Aquello que parecía una pequeña manía fácil de pulir, se acaba convirtiendo en un comportamiento insoportable.
Sin embargo, aguantamos el tipo, y seguimos enamorados de esa persona, porque los buenos momentos junto a él o ella, siguen compensando con creces los malos.
Dicen que el roce hace el cariño, y con el paso de los años tendemos a minimizar eso que no nos gusta, y a maximizar lo que nos encanta.
Nos acostumbramos a su voz, su risa, su imagen, sus olores, sus manías, sus gustos, su forma de hacer las cosas... y tenemos la sensación de que no sabríamos vivir sin su presencia.
Pero las personas evolucionamos. Y no siempre lo hacemos en la misma dirección que el otro miembro de la pareja...
Al cabo de unos años más, acabamos preguntándonos qué tiene que ver ese ser que duerme a nuestro lado, con lo que habíamos soñado una vez...
Y así, un día, de repente, te das cuenta, con una mezcla de tristeza y nostalgia, de que estás enamorad@ de un fantasma.
Sí. Así. Tal cual. Enamorad@ de una persona que no existe en la realidad, sino únicamente en tus sueños.
La que tú ves con tu corazón, desde la ceguera del Amor, y no la que es en verdad.
Aquella persona que antaño se nos ajustaba casi como un guante, hoy no tiene nada (o poco) que ver con nosotros. Vamos... que nos parecemos como un huevo a una castaña...
Pero la fuerza del cariño es muy grande, y los lazos que nos unen también lo son. Y la complicidad que dan los años... Y los proyectos, y las familias de ambos, y los amigos comunes... Y ese refrán que dice que "más vale lo malo conocido, que lo bueno por conocer" nos hace pensar que lo que encontremos ahí afuera, no va a ser mucho mejor que lo que ya tenemos en casa... Y don percal y doña franela, ya se conocen...
Y para nuestra sorpresa descubrimos que SÍ se puede vivir (y convivir) enamorad@ de un fantasma.
Por todo ello, quiero hacer desde aquí un homenaje a todas esas parejas que después de muchos años, aún se miran a los ojos con Amor, y son capaces de decirse: "Soy consciente de que no eres la persona que yo esperaba... pero no te cambiaría por nada del mundo".
Gracias y saludos,
Natividad Castejón
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